Domingo, 9 de Febrero de 2025
La comunidad científica pone el foco en las estrategias de Sacyl para afrontar el dolor crónico desde Atención Primaria
La comunidad científica ha puesto el foco en el modelo y en las estrategias de abordaje de la Unidad de Afrontamiento Activo del Dolor (UAAD) en Atención Primaria del Área Valladolid Este, un ejemplo y “una revolución” del tratamiento del dolor crónico desde el sistema público de salud, que ha implicado un cambio de paradigma en la atención de estos pacientes, al implementar un enfoque vanguardista, fundamentado en los últimos hallazgos de la neurociencia, y centrados en la persona.
La revista Brazilian Journal of Physical Therapy, una de las más importantes del mundo en rehabilitación, acaba de publicar un artículo que resume el trabajo realizado en los siete últimos años y propone el modelo de esta unidad, la primera que se creó en España en 2018. Lo explican a Ical Rafael Sánchez Herrero, gerente de Atención Primaria-Valladolid Este, y Federico Montero Cuadrado, doctor en Fisioterapia y Coordinador Unidad Estrategias de Afrontamiento Activo para el Dolor de esta área, que firma el artículo junto a Laura Barrero Santiago y a Manuel Santos Bermejo, ambos investigadores y integrantes de la unidad.
El artículo proporciona “herramientas que permiten la aplicación de estrategias de afrontamiento activo en el tratamiento de pacientes con dolor crónico” y “cómo implementar las unidades UAAD en otros sistemas de salud”, mantiene Montero, para precisar que el dolor crónico representa un desafío de salud global, cuya incidencia, lejos de caer, se ha disparado. Si en 1996, cuando en España había menos de 100 unidades de dolor, el primer estudio de prevalencia del país arrojaba que un once por ciento de la población padecía dolor crónico, hoy, según los últimos datos del Observatorio Nacional del Dolor, de 2023 y con 189 unidades, afecta a un 25,9 por ciento. “En 20 años, se ha duplicado la prevalencia de dolor crónico. Cada vez afecta a más personas y cada vez a edades más tempranas. La edad media más frecuente de tener dolor crónico son 51,3 años”, advierte, para precisar que el problema radica en el enfoque que se le está dando al tratamiento de dolor crónico, que no es un dolor agudo mantenido en el tiempo.
“El dolor crónico, oficialmente, según las definiciones, es aquel que dura más de tres meses, y hasta ahora lo hemos estado abordando como una continuidad del dolor agudo, pero se ha visto que es muy diferente a éste, ya que el dolor crónico impacta a nivel global en la personalidad y funcionalidad del individuo, desde un punto de vista físico, pero también desde un punto de vista cognitivo, emocional, social…”. De ahí, la importancia del cambio de paradigma, para, en lugar de centrarse en tratar lo que produce dolor, poner el foco en tratar a la persona y las repercusiones funcionales que tiene el dolor sobre el paciente. “Eso es lo que estamos intentando en la Unidad de Afrontamiento Activo del Dolor de Valladolid. Llevar ese cambio de paradigma, coherente con las últimas investigaciones neurocientíficas, a la práctica clínica. No tratamos dolor crónico, tratamos a personas con dolor crónico y todas sus comorbilidades”, resume su coordinador.
“Hasta ahora el tratamiento del dolor crónico se ha basado, en exclusiva, en el tratamiento de etiquetas diagnósticas, de diagnósticos de lesiones y patologías del cuerpo. No podemos hacer diagnósticos solo por radiografías o resonancias: se ha demostrado ya que esto puede aumentar la prevalencia. Centrarnos solo en tratamientos encaminados a bajar la intensidad de dolor y realizar técnicas solo para modificar los síntomas, también se ha demostrado que, a medio, y largo plazo acaba aumentando la prevalencia de dolor crónico. Y la experiencia en Estados Unidos durante los últimos años ha puesto de relieve que realizar tratamientos pasivos de forma masiva ((intervenciones quirúrgicas, infiltraciones, radiofrecuencias, incluso tratamientos farmacológicos..), que se hacen de manera aislada a lo único que lleva es solo a más dolor, más sufrimiento, y a un aumento de prevalencia de dolor”. No en vano, recuerda que en 2019 en Estados Unidos tuvieron que declarar un año de emergencia nacional por la adición a los opioides que provocaban estos tratamientos pasivos.
De ahí, insiste Federico Montero, la importancia de cambiar el enfoque, que es la filosofía con la que nació esta unidad, lejos del modelo paternalista donde el especialista buscaba una etiqueta diagnóstica, un diagnóstico que provocara dolor. “Se ha visto que el dolor no se produce por sólo lo que ocurre en el cuerpo, ni por una lesión, se produce por muchas más cosas, el organismo es un sistema complejo”. “La neurociencia ha avanzado muchísimo y ha visto que en el tratamiento del dolor crónico hay implicaciones también a nivel biológico, a nivel psicológico y social también, y muy importante desde el punto de vista incluso de la neurociencia se ha demostrado que hay cambios funcionales y estructurales en el sistema nervioso. O sea, eso solo de tratar el cuerpo es insuficiente para el tratamiento del dolor crónico. Y esto es muy importante”.
Centrado en la persona
Frente a las prácticas habituales, el modelo de Atención Primaria de Valladolid Este trabaja en mejorar la funcionalidad física, cognitiva emocional e incluso social de las personas con dolor, porque “solo mejorando la funcionalidad, es verdaderamente cuando se consigue la mejora de la calidad de vida e incluso disminuir el dolor”. El modelo está centrado en la persona, desde un enfoque biopsicosocial enactivo, global, que aborda al paciente en su contexto, que no se centra, por ejemplo, en hacer pruebas diagnósticas innecesarias . Así, por ejemplo, indica a Ical Federico Montero, se ha demostrado científicamente que en la lumbalgia crónica, que es la principal causa de bajas laborales y discapacidad a nivel mundial, solo deberían hacerse entre un cinco y un diez por ciento, de las pruebas radiológicas (como resonancias y radiografías que actualmente se hacen), ya que al realizar pruebas innecesarias, los pacientes acaban teniendo paradójicamente más probabilidad de desarrollar dolor crónico, aumentando el consumo de recursos y “a medio largo plazo, encima, están peor”.
Frente a ello, lo importante es la parte activa del tratamiento, un paciente activo. “La neurociencia lo que ha demostrado en los últimos años es que la propia persona con dolor es la que tiene los mayores recursos para poder revertir su situación”. “Por supuesto, aquí los sanitarios tenemos que acompañar en este proceso, y verdaderamente tenemos que intentar aplicar todas las recomendaciones de práctica clínica, donde el paciente se involucre y que sea la parte activa del tratamiento”.
3% del PIB
“Lo que ha demostrado este tipo de enfoques, en otros países que llevan años implementando estas experiencias, es que se ha visto una disminución dramática de los costes, del número de intervenciones quirúrgicas, infiltraciones, así como del consumo de fármacos. Y además se ha visto que, a día de hoy, si seguimos con este aumento de la prevalencia de dolor crónico que estamos teniendo en los últimos años, verdaderamente “no se va a poder ofertar una asistencia con garantías desde un sistema sanitario, ni público ni privado: los datos están ahí”. Y es que desde el punto de vista de la sostenibilidad del sistema sanitario, los costes directos e indirectos del dolor crónico, están por encima del tres por ciento del PIB, por encima incluso que los tratamientos del cáncer, enfermedades cardiovasculares y otro tipo de enfermedades. Además, “lo más importante es que se ha demostrado que verdaderamente aportan calidad de vida a las personas con dolor”. El objetivo de estas unidades de afrontamiento es que el dolor deje de ser el protagonista de la vida de muchas personas.
Origen: una crisis personal y profesional
El proyecto arrancó 2016, como “una crisis personal y profesional”. “Porque ver personas que seguían con dolor, cuando trabajábamos al máximo, seguían y seguían con mucho dolor y que verdaderamente el sistema no estaba dando una respuesta..”. Por ello, tanto Federico Montero como Miguel Ángel Galán, que falleció en 2021, buscaron, investigaron y vieron que en algunos sitios estaban empezando a hacerlo de otra manera. “Vimos que las guías de práctica clínica recomendaban otras cosas y empezamos a hacer primero un ensayo clínico, una investigación, empezamos investigando y verdaderamente los resultados nos sorprendieron porque vimos que el dolor crónico se podía revertir y sobre todo mejora mucho la calidad de vida de las personas que lo tenía, pero con otros enfoques totalmente distintos a los que estábamos haciendo”.
Todo esto fue posible gracias a un proyecto de investigación que fue financiado por la Gerencia Regional de Salud en el año 2016, momento en el que Rafael Sánchez Herrero era director general de Planificación e Innovación. “Valoramos mucho el proyecto y se puso en marcha. Encima fue aceptado en una convocatoria de los proyectos de la Gerencia Regional de Salud, cuando, en aquel entonces, la evaluación la hacía el Instituto de Salud Carlos III y fue un proyecto con una valoración muy alta tanto por el nivel metodológico que tenía como por el científico”.
A partir de ahí comenzó a rodar este proyecto, con resultados desde el primer momento, y se puso en marcha la Unidad, en 2018, que ha ido arrojando resultados; crecido tanto en equipamiento como en recursos humanos, al pasar de contar con dos fisioterapeutas, a ocho en la actualidad, dos administrativos, un médico, el apoyo de un psiquiatra y una enfermera, precisa Sánchez Herrero.
El gerente destaca que es un proyecto de Atención Primaria, con una gran coordinación con todos los equipos, tanto para la derivación de pacientes como para el seguimiento del control, cuya actividad llega a la docencia, y ya cuenta, además, con una red de centros cívicos, que permite dar continuidad cuando los pacientes acaban los programas, “para que ellos sepan y sigan mejorando su salud”. La red la forman 23 centros cívicos de Valladolid capital y provincia, con más de 500 pacientes activos, que acuden para realizar actividades que mejoran su salud.
La unidad lleva años siendo un referente en España. De hecho, en ella se han formado profesionales de comunidades autónomas como el País Vasco, Extremadura y otras que están empezando a surgir, así como de otros países, como Estados Unidos, Brasil, y de otros puntos de Sudamérica y de Centro Europa. También, ha sido el punto de partida para que, dentro de la estrategia de abordaje del dolor crónico de la Consejería de Sanidad, haya ya unidades en Palencia, Burgos, León y Ávila, a las que pronto se unirá la de El Bierzo y Salamanca.