Lunes, 5 de Mayo de 2025
Usal e Ibsal demuestran que la dieta mediterránea reduce el riesgo cardiovascular en pacientes con COVID persistente
Dos estudios publicados en la revista de alto impacto ‘Nutrients’, realizados por un equipo investigador de los departamentos de Medicina y de Ciencias Biomédicas y Diagnósticas de la Universidad de Salamanca y la Unidad de Investigación de Atención Primaria de Salamanca (Apisal), del Ibsal y la Gerencia de Atención Primaria, demostraron que una mayor adherencia a la dieta mediterránea se asocia con un menor riesgo cardiovascular en personas con COVID persistente.
Estos estudios abren nuevas vías relacionadas con los estilos de vida para un mejor abordaje de este tipo de pacientes, con una enfermedad todavía muy desconocida y heterogénea que afecta a entre el siete y el diez por ciento de la población española, y que supone, por tanto, un importante desafío de salud pública.
El investigador principal del grupo Promoción de salud cardiovascular de Apisal, Manuel Gómez Marcos, aseguró que este estudio “servirá para poder establecer terapias en el futuro basadas en estilos de vida que mejoren el pronóstico de estos pacientes”.
La evaluación de la calidad de la dieta se realizó mediante un cuestionario a305 personas diagnosticadas con COVID persistente en Atención Primaria de Salamanca o en las consultas monográficas de Medicina Interna, y al tiempo se fueron analizando la presión arterial, la glucemia, los triglicéridos, el colesterol, el índice de masa corporal o los niveles basales de ácido úrico.
“Dividimos a los pacientes en tres grupos según su grado de adherencia a la dieta mediterránea y medimos su relación con factores del síndrome metabólico y con el riesgo cardiovascular, y realmente vimos algunos efectos positivos en aquellos con mayor seguimiento de esta dieta, lo que nos permite intentar hacer una intervención en este ámbito para ver si logramos una mejora clínica”, aseguró la primera firmante del artículo e investigadora de Apisal, Nuria Suárez Moreno.
El segundo de los artículos publicados en ‘Nutrients’ evaluó la relación entre el consumo de alcohol, la estructura vascular y la rigidez arterial en adultos con COVID persistente. Del mismo modo, en este estudio descriptivo transversal en 305 personas, de las que 97 eran hombres y 208 era mujeres, se establecieron tres grupos según los habítos de consumo de bebidas alcohólicas.
“Fue muy significativo comprobar que, respecto a los que no bebían nada, los que mostraban una ingesta elevada presentaban peores parámetros vasculares, y tener las arterias más rígidas y con más grosor es claramente un factor de riesgo de episodios cardio y cerebrovasculares”, tal y como explicó la primera autora del manuscrito en este caso e igualmente investigadora de Apisal, Silvia Arroyo Romero.
Ambas publicaciones se enmarcan en el proyecto ‘BioICOPER’, cuyo protocolo de investigación también fue reseñado en la revista ‘Frontiers’, y con el que se pretende, desde un enfoque multifactorial, arrojar un poco de luz hacia el COVID persistente, en el que “todavía hay muchas incertidumbres, tanto para los pacientes, que padecen síntomas muy variados y de manera fluctuante, como para los profesionales sanitarios, que se enfrentan a una enfermedad desconocida a nivel fisiopatológico sobre la que hay muchas teorías pero pocas certezas”, según añadió Gómez Marcos.
Con este objetivo, se ha estado realizando una evaluación integral de los más de 300 pacientes diagnosticados con diferentes escalas sobre fatiga, sueño, disnea, calidad de vida, atención, estado nutricional y fragilidad, así como sus estilos de vida, incluyendo parámetros como dieta, actividad física, hábito tabáquico y consumo de alcohol, factores psicológicos y deterioro cognitivo. Igualmente se han tomado medidas sobre el riesgo cardiovascular, la composición corporal, el envejecimiento vascular e incluso la presencia de daño vascular en la retina.